Sin querer, Dios me libre de tal osadía, querer compararme a Jesús. Hoy quiero reflexionar, y de verdad os lo digo coinciden ambas cosas, sobre mi entrada en La Casa de Cristina; humanamente no esta, pero su huella, su luz la veo física y espiritualmente.
Entro en casa y siento el halo mágico de bondad y generosidad que brotaba de su corazón de una manera natural, sin esfuerzo, pero a la vez inmarcesible. El salón, sobremanera, esta hasta arriba en cada hueco, en cada sitio que encontraba allí colocaba la extraordinaria y magnifica montaña de recuerdos, mayormente fotos de toda persona que buenamente le daba una foto de su hijo recibiendo el Sacramento del Bautismo, en su primera Comunión, retratos sin más...que Cris, como en su corazón, albergaba a todo ser que se le acercaba. Su baúl, en forma de corazón lleno de valores alimentaba meterialmente su casa de retratos.
Clavo mis ojos, perdonad a las decenas de todos los demás, en una foto de una niña que con su cara angelical, dice su marco:" Uxía, 17 de agosto de 2014", portada de un librito de recuerdo de Primera Comunión, pues imaginad así tantas y tantas fuentes de amor.
Vuelvo al principio, entro en La Casa de Cristina y me siento, perdóname Señor, Jesús entrando en Jerusalen como el Hijo de Dios.
