Estos días, preparando el concierto para el día de Santa Cristina, me
sentía feliz y sentía el orgullo de llevar a Cris en todo mi ser. Y no un
orgullo negativo, vanidoso o pretencioso, es un orgullo vitalizante y puro en
amor. Todo ello me lo enseñó Cristina en la vida que juntos vivimos, y dentro
de ella el tesoro más importante es que me dio todo, siempre había algo para mí
y lo hacía sin esperar nada a cambio, lo hacía por pura caridad, bondad y
misericordia. Si, misericordia, porque yo nunca le daba ni una parte
insignificante de todo lo que de ella recibía. Fue una persona buena, y lo que
me llena de orgullo es que su donosa vida me ha enseñado a ver lo más importante que una persona puede llegar
a ser, ser buena.
Sería pretencioso por mi parte cuantificar cuanto he mejorado en el
acercamiento a ser bueno, pero con humildad si puedo apuntar, que creo, que milímetro a milímetro avanzo
siguiendo su amor y su luz. Siento y percibo su luz con un fulgor limpio y muy
claro, ese camino iluminado es el mejor camino que puedo seguir.
Orgullo y orgulloso de tenerte siempre Cris.