Comenzamos hoy el
tiempo de Adviento, tiempo de preparación para la celebración del nacimiento de
Cristo. Uno de los símbolos centrales de la solemnidad, consiste en la
representación de la corona de adviento. Como corona que es, su representación
es circular, con lo que no tiene principio ni fin; por tanto significa la
eternidad que Jesús nos trae con su nacimiento. Que fantástico, es tan grande y
tan bonito que vislumbramos una felicidad pura, plena y repleta de amor.
Gracias a ello en
el Edén de Cristina nos sentimos magníficos, como henchidos de un bálsamo
carnal y espiritual que nos transporta a un ejemplo de vida, a un camino
cargado de algo que nos traspasa. No existe nada mejor que, en nuestra vida
humana, convivir con una persona que eleva todo valor terreno por encima de lo
que cualquiera lleguemos a vislumbrar. Jamás me pude imaginar a donde podría
llevarme la bondad de Cris, solo ella sabe cómo hacerlo, su Edén no tiene
caducidad, soy testigo y así lo cuento.