El San Juan es
para nosotros una festividad muy especial. En las fiestas del Patrón nos
enamoramos en 1989, nuestros labios se unieron y nuestros corazones latían a un
ritmo diferente buscando el sincronismo y con energía pura y bella. Cristina era
la chica que jamás soñaría que Dios me ofreciese; guapa, divertida,
transparente, vital, dulce, romántica y llena de amor. Si, eso era lo más
importante, estaba llena de amor. La veo apasionada en su bondad, dándolo todo y
más, desde un principio sentía que algo maravilloso me estaba sucediendo. Abrazar
el amor de Cristina era la fortuna jamás soñada, no solo por sublime, de lo
contrario por no alcanzar a saber que pudiese existir tanta virtud en un solo
Ser. Por tantos motivos el San Xoan es una solemnidad enorme, majestuosa.
Podría utilizar, sin miedo a caer en una hipérbole ni con preocupación en que
pareciese desmesura, la palabra de insuperable. El San Juan también me llena de
crio, contemplando a mi abuela Caridad subiendo a sus nietos a la cima de la
huerta a contemplar los fuegos de artificio. Fuegos que no muchos años después
se convirtieron en la luz de mi vida. Feliz San Xoan.