Como sustancia esencial para recibir amor, así llegó Cris a mi vida. Saco esta llamada del título de esta carta “Elixir de Amor”, de la opera de Gaetano Donizetti; que me ha llegado como una bocanada de amor al entrar en este mundo de Cristina. “Una furtiva lágrima” es su aria más celebrada, yo es cierto que me han ultrajado muchas de ellas, es muy manida seguramente tal aseveración, pero no menos cierta. Lágrimas nunca quisiera haber derramado, ni derramar presente, ni derramar futuro. En la opera el elixir no le funcionaba al ingenuo Nemorino, pero a mí claramente sí. Haber conocido a Cris ha sido el mayor logro de mi vida, y tomar de su vida el más puro elixir de amor. Para una persona como yo, que con mis diecinueve años solo tenía en mi ser, un profundo hedonismo como meta, poder beber el amor gratuito y donoso de Cris ha sido un impagable hecho de Dios. Miro al cielo y sigo viendo “elixir de amor”, miro a mi alrededor y no desfallezco en agrandar mi corazón de su amor. Es tan nimio mi corazón que asemeja improbable sentir un pálpito de hermosura salido de mis venas.
¡Oh Dios mío! Permíteme seguir bebiendo de su
elixir.
¡Oh Dios mío! Permíteme visita el cielo para tocarla.
¡Oh Dios mío! Permíteme poder amarla a pesar de no
tenerla aquí.