El domingo es un día especial, el día en el que Dios nos dio para celebrar
la fiesta de la familia. Lo más importante no es que sea un día de asueto, de
no hacer nada. Muy al contrario nos debemos ver trabajando en la celebración,
puede parecer un oxímoron pero empero es un trabajo para construir y mantener
la llama de la felicidad, la unión de los hermanos en Cristo que nos unimos
para celebrar: la Santa Misa, orando juntos, reuniendo a la familia entorno a
nuestro Padre.
Los niños jugando entre ellos, los mozos conversando de sus fantasías, los
papás departiendo, los abuelos saboreando de la experiencia; todos ellos unidos
fraternalmente para celebrar una fiesta. Habrá motivo más hermoso que, desde la
mañana a la noche, compartamos: esfuerzo, alegría, disgustos, éxitos, trabajo,
descanso, rezar, cantar, cocinar, comer, ir al partido, jugar, ganar,
perder,.., en definitiva, amor en un día tan especial y tan grande. Y como no
podía ser de otra manera, que día podíamos elegir para tan oportuno encuentro
con Cristina. Tanto amor para un día tan Domingo.