Recuerdo velando
su cuerpo y acercándoseme una mujer con cierta energía y brío en su dicción: “como Cris outra non a encontras”. A pesar,
dado lo que había sido la vida de Cristina y tantas personas compartíamos, de
ser sencilla la aseveración, aquellas palabras se me quedaron grabadas en cada
parte de mi alma y cuerpo. Cris eres ÚNICA, no solo conmigo has traspasado
cualquier referencia que referir. Inferir tal afirmación puede parecer desde egoísmo,
pasando por exageración y llegando incluso a exceso y paroxismo. Han pasado ya
algo más de seis años, y sigo en la misma creencia. Cris eres ÚNICA. No es
cuestión de comparar, cada hijo de Dios es digno en su reino. A Dios le pido
perdón al llegar a estas conclusiones de veneración a mi esposa, que rayan el
sacrilegio,; pero, que si es cierto una herencia colmada de amor bendecido por
el Señor, que permanece indeleble en mi.