Este viernes 6 de
agosto de 2021 Sor Almudena ha sido bendecida, por el arzobispo de Santiago D.
Julián Barrio, abadesa del Monasterio de San Pelayo de Antealtares. Atrás queda
aquel 5 de diciembre de 2016 donde bajo el lema benedictino: “Al huésped
trátesele como al mismo Dios” me encontré con un tesoro, mediante el cual
llevar el nombre de Cristina en mi corazón se convertía en llevarlo en el alma
para siempre jamás.
Sor Almudena era
priora del Monasterio, donde su dulzura sobresalía en medio de tanta virtud.
Recuerdo en aquel momento su especial cariño ilimitado en su constante
acompañamiento en el dolor humano de la falta de Cristina. Escuchar su
apacible, tranquila, saciadora y virtual conversación, me llegaba tan hondo
como un buen condimentado bálsamo, donde la pena se convertía en oportunidad de
vivir felizmente bajo la orden de San Benito, sirviente de nuestro Dios Padre. Cris
siempre me ha acompañado, pero no con tanta elegancia en el camino luminoso de
la belleza, verdad y bondad como desde ese instante vital, donde Dios me dio la
oportunidad de embelesar mi alma, con su amor hospitalario, que alberga
virtudes humanas, como con su maravillosa voz que fundían mis mejillas
humedecidas escuchando la aclamación salmódica en los actos litúrgicos. Jamás
podré olvidar tanto encanto en la dignidad humana, que vislumbra el cielo
eterno como una vida más excelsa que nos espera como una gran oportunidad.
Alegre en la vida
que me queda, acompañado del alma de Cristina, tuvo mucho que ver esta Madre Benedictina,
llamada Almudena, que hoy de bendice Abadesa. La ceremonia ha sido una inmensa
alegría, solo un poco entristecida por la ausencia de la madre de Sor Almudena,
donde el inmenso resplandor de su corazón nos iluminó recordando que en el
camino del Señor esta la verdadera Vida. Luz que me acompaña en el devenir del
halo marcado por Cris, que con certeza de lo que no vemos se encuentra feliz y
amando a la Madre Almudena por cuidarme tanto. Y con la convicción de que nos
espera una Madres Abadesa llena de gracia para todos, me uno con entusiasmo a
las grandezas que el Señor crea para cuidarnos y amarnos. Gracias Sor Almudena.