Cualquier momento es bueno para dirigir la mirada hacia Cris, pero existen
algunos más especiales en los cuales nos esforzamos de modo más sensible para
recordarla y tratarla más. Realmente,
tenemos la oportunidad de aprender, siempre de nuevo, del ejemplo de su vida.
También ahora, en este tiempo especial de “distanciamiento social” que estamos
viviendo, Cristina nos ayuda a ser mejores amigos, a inspirar nuestra
generosidad para hacernos presentes y cercanos a los demás, para que nadie se
sienta solo. La vida de Cristina me ha enseñado que, también en nuestra vida,
la amistad humana surge con nueva y sobrenatural fuerza desde el amor y la
alegría.
Cuantos más vivamos a Cris, más nos va a ayudar a buscar su amistad más
profunda. Acudiendo a sus recuerdos, sus besos, sus abrazos y como no, su
increíble sonrisa, franca y extraordinaria, lo hacemos espiritualmente para
verla bella allá en el cielo y, de algún modo, la podemos acercar con toda su
humanidad. Ello seguro nos va a provocar un inmenso gozo y poder disfrutar de
tanta gloria, felicidad que nos hará
mejores y más felices.
Pasan los años, y vemos a Cris presente en muchos momentos como en el amor
de su amistad ilumina la vista, descubre cosas que quizá pasan inadvertidas a
los demás y nos anima a cada uno: “Admira la reciedumbre de Cris como se fue de
entre nosotros con el mayor dolor humano, llena de fortaleza para seguir
ayudándonos a imitarla en la capacidad de ser fuertes ante el sufrimiento,
especialmente en este tiempo, para poder ser ayuda y consuelo para los demás
con una amistad sincera como ella siempre disponía para con los demás”.
Cristina, que también pasó momentos muy difíciles y dolorosos, seguro que nos
consolará y fortalecerá, para que podamos ser apoyo para nuestros amigos y
seres queridos, queriendo de verdad a los demás.
Nunca abandonemos la amistad de Cristina.
