Con el otoño
amanece la nostalgia, la melancolía, ese recuerdo que nos transporta a la
añoranza del tesoro que ahora no disponemos, y de una sensación de beneplácito
con momentos tan felizmente vividos. Todo ello bien gestionado no deja de ser
una fuente de riqueza; riqueza de ejemplaridad, sabiduría, experiencia,
idiosincrasia, educación, maestría, felicidad y vida. Si vida, claro, cómo no.
Vivir es sentir algo importante en nosotros, que nos hace movernos, llegar a
ver más allá de la concupiscencia, transcender con profundidad a todo lo que
hemos sido, somos y seremos.
Cuando semejante
diluvio de bonhomía llega al fondo de nuestro ser, uno puede verse como elevado
en una galaxia compleja, difícil, pero al mismo tiempo ilustrativa, dulce y
luminosa. Podemos aseverar todos lo que felizmente conocidos a Cris que verla a
ella, es seguir viendo el cielo como hogar, y dicho ello, poco que añadir, más
que:
Gracias Cris por no dejar de existir.