Pasan los días, se acumulan en la vida y se escribe nuestra diacronía, que no cesa en una heurística enriquecedora que nos enseña a como discurrir dentro de esta nuestra bella vida. Ahora, a Dios gracias, que con las vacunas parece que el SARS COV 2 puede pasar a ser un mal recuerdo, es un buen momento para llenar nuestra vida interior con feraz impulso. Cristina, traída a este mundo, a buen seguro que lo hubiera pasado muy mal, su preocupación por el bienestar de la gente le producía especial desasosiego, me la veo inquieta, preocupada y nerviosa por sus padres, dándonos consejos a todos para que la pulcritud en el cuidado y prevención nos mantuviese a buen recaudo. La estoy viendo sacando energía de donde no tenía, floreciendo amor y ayuda a chorro a pesar de su limitante salud y, nunca, nunca faltaría su compañía.
En estos días de
Pascua que no solo esperamos llegar al cielo, sino que deseamos vivir en esta
vida algo del cielo, sentimos a Cristina en su compañía permanente, que no
desfallece, que no se extenúa y que nos invita a vivir y a hacer vivir. En su
compañía desde el cielo nos hace llegar ese paciente amor, lleno de protección
y sincera integridad. Me llena de gozo el recordarla, y me lleno de entusiasmo
para que mi mente no se vea limitada a su recuerdo, que siga presente su
compañía en esta vida y en la vida divina en la que se encuentra Cristina.