En cualquier esquina, en cualquier hueco que encuentre amor hacia una esposa allí ávido me presento. En esta ocasión me encuentro una opera de Donizeti, que hace llamar Roberto Devereux y transcurre en la periodo de reinado de Isabel I en la historia inglesa, pero a mi me ha dejado impresionado la siguiente conversación de su acto primero.
Escena Primera
(Sala del Palacio de Westminster)
DAMAS
¡Llora!... Una palidez mortal
está pintada en su rostro.
Un dolor, un dolor terrible
tiene, sin duda, encerrado en el corazón.
(acercándose a ella)
¿Sara? ¿Duquesa? Vuelve en ti.
¿Cuál es la causa de tu tristeza?
SARA
¿Tristeza, yo?
DAMAS
¿No están
tus ojos bañados en lágrimas?
SARA
(para sí)
¡Ah, el corazón me traicionó!
(en voz alta)
He leído una historia triste...
Lloraba... por Rosamunda.
DAMAS
Cierra la triste página
que aumenta tu dolor.
SARA
¡Mi dolor!...
DAMAS
¡Sí! Deposítalo
en el seno de la amistad.
SARA
Damas, ¿y creéis?...
DAMAS
¡Ah, confía en nosotras!
SARA
¿Yo?...No...
Soy completamente feliz.
DAMAS
(para sí)
Esa sonrisa es aún
más triste que sus lágrimas.
SARA
(para sí)
Las lágrimas son dulces para el afligido...
es la única alegría que le queda...
Una triste estrella
me impide hasta el llanto.
¡Mi destino es mucho más cruel
que el tuyo, Rosamunda!
Tú moriste una vez...