Recuerdo la suavidad de su piel,
como su exquisita sedosidad
activaba cada uno de mis poros
que absorbían sutilmente su tersura.
Recuerdo su sonrisa, grande, enorme diría yo,
como escucharla, verla, olerla, gustarla y
sentirla.
Mis cincos sentidos envueltos en su alegría
trasladándome a una arcadia extraordinaria.
Recuerdo esos momentos un tanto ingratos,
sobremanera descansados en mi hirsuto carácter.
Y arrecian como martilleando mi mente
buscando enderezar tanta debilidad en mi ser.
Recuerdo su extendida generosidad
regalándome hasta su última gota de vida.
Su bondad que exudaba en su corazón.
Su cuerpo segregando puro AMOR.
Recuerdo su firme alegría
que se levantaba, como si
de una maravilla creada en franca divinidad
nos cubría un mundo difícil de imaginar.
Recuerdo aquel día, aquella hora,
aquel momento, que su precaria salud
forzaba su muerte terrena
y su alma se alojaba en santo lugar.
Recuerdo que mi débil mente algún día cesará.
Polvo soy y en polvo me convertiré.
Mis letras permanecerán en algún lugar
y mi alma se unirá a su alma.
Recuerdo tanto a Cristina,
que casi se ablanda mi cuerpo,
que casi se alarga mi alma,
que casi mi voz no me deja gritar,