En
muchas ocasiones sueño con Cristina, son todos buenos sueños, casi diría que
dulces. Viéndola como si aún la tuviéramos en cuerpo entre nosotros. Es cierto
que al despertarme siento desolación, pero se me eleva pronto la alegría de
tenerla tan presente; con su presencia en mi mente consigo retenerla muy fuerte
en mi vida. Y en verdad no padezco patologías mentales, me aflige y me apena
mucho más pensar que mi mente la vaya almacenando en su lugar cronológico y
todos los sucesivos, dulces y amargos, momentos tapen su rostro, su olor, sus
caricias, sus hechos, su amor, …, todo tan enorme que mi mente no alcanzaba, no
solo a no imaginarlo, sino a verlo posible. Todo ello me lleva a ubicarla en mi
vida cotidiana, en muchas ocasiones. Por ejemplo en películas, donde el amor
está presente, allí la ubico como gran protagonista; contemplo, disfruto,
padezco, lloro, rio, me enojo, me alegro, me enamoro,…, navego en su guion,
como un relato que me provoca el hecho y el detalle que la esposa más bella y
buena jamás pensada, la tengo viva conmigo. Seré iluso, puede, pero la realidad
es que Cristina la tengo a flor de piel.