Sigo con alto interés la serie que emite RTVE sobre la azarosa vida de Leonardo da Vinci, el genio italiano, el polimata insaciable del saber, por encima de cualquier motivo, de cualquier circunstancia. El Renacimiento se ve beldado con su aportación, pero es motivo que lo traiga a colación no por ello, sino por su impagable aportación a nuestra espiritualidad, el poder ver el fondo del ser de una persona, el perseguir la esencia de los humanos, ver nuestro interior y fluir en su obra son un sinónimo.
A Cristina le
encantaba una de sus obras maestras, La Mona Lisa, con seguridad Cris veía
también en su interior mucho más que su aspecto exterior, cuanta verdad se
habrá llevado y no desvelado, pero cuan legado sobrado de amor nos ha dejado.
En un capítulo en
el que Leonardo se disponía a retratar a Lisa de Giocondo, la esposa que su
marido le encargo el retrato a Leonardo, me encuentro con las siguientes frases
que no me canso de escucharlas y saborearlas, mostrando cuanta verdad y donde
se encuentra la pulcra felicidad que Cris nos ha legado.
Leonardo da
Vinci: Mi señora veo que guardáis
luto.
Lisa de
Giocondo: Si, por mi hija
Lucrecia. Nos dejó cuando solo tenía seis meses de vida.
Leonardo da
Vinci: Cuanto lo siento.
Lisa de
Giocondo: La echo en
falta a diario. Era una niña tan dulce, tan llena de vida.
Leonardo da
Vinci: Os brillan los
ojos al hablar de ella…………
Lisa de
Giocondo: ………..Hay algún
problema maestro.
Leonardo da
Vinci: Lo siento, mi
señora. No sé si podré pintaros.
Lisa de
Giocondo: ¡Ah!. No os
entiendo.
Leonardo da
Vinci: Al pintaros debo
ver más allá de vuestra apariencia externa. Debo ver quien sois. Ver vuestra
alma.
Lisa de
Giocondo: Dudo que eso
sea tan difícil.
Leonardo da
Vinci: Dios se lleva a
vuestra hija….¡Ah! ¡Ah! Y aun así sonreís.
Lisa de
Giocondo: ¡Ah! Agradezco
el tiempo que pasé con ella. Estoy tan agradecida por los recuerdos. Sabéis,
sufrir nos acerca a Dios.
Leonardo da
Vinci: Yo intenté acercarme
a Dios a través de la belleza.