Este Domingo sigo con un poema de Quevedo, probablemente el poeta más
grande que jamás haya leído por su virtuosidad en la escritura así como los
temas que ha tratado. Este poema no lo conocía, es enorme la elegía a la propia
muerte, es nuestro camino que debemos tener presente sin dejar de sentir la culminación
en la vida eterna.
¡Fue sueño ayer: mañana será tierra!¡Poco antes, nada; y poco después, humo!¡Y destino ambiciones, y presumo,apenas punto al cerco que me cierra! Breve combate de importuna guerra,en mi defensa, soy peligro sumo;y mientras con mis armas me consumo,menos me hospeda el cuerpo, que me entierra. Ya no es ayer; mañana no ha llegado;hoy pasa, y es, y fue, con movimientoque a la muerte me lleva despeñado. Azadas son la hora y el momentoque, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.