Asomados y viviendo con alegría la Semana Santa me encuentro, a Dios gracias,
lleno del Espíritu Santo. Son días muy especiales en los que Cris se vuelve, si
cabe, más presente.
Que días tan lindos que nos muestran que después del sufrimiento existe
luz, nuestra vida no es ni debiera ser como un camino permanente de flores a la
manera que nos imaginamos, ello a buen seguro nos haría impertérritos a
cualquier tipo de sensibilidad, que no fuese nuestro ego, soberbia y
narcisismo. Jesús nos lo mostró muy claramente a lo largo de su vida; y es que
a poco que nos dejemos ir en el pensamiento reflexivo, es dentro del
sufrimiento como de la alegría sacamos lo mejor de nuestra vida, y son como una
retroalimentación continúa y perenne que lo hace funcionar. Sin una no existe
la otra, con lo que fácilmente es deducible que a ambas debemos amar y amar. Esa
es la gasolina del secreto. El amor.
Cristina me lo enseña continuamente, recuerdo momentos de dificultad, en
nuestra vida humana, que llenos de amor desembocan en la gloria más bonita que
un hombre puede soñar.
Que días más felices mi VIDA