Un Domingo de
verano siempre es un día alegre y lleno de espíritu placentero. Encontrarse con
familiares, amigos y seres queridos es una oportunidad inmensa para además
conocer y fraternizar con personas que no conocíamos. Era en ello una “experta”
Cristina, con suma facilidad se acercaba a personas que no conocía, de echo le
encantaba. Era como un don innato a ella el poder conversar, el amor que tenía
por interaccionar con cualquier humano. Cris siempre ha tratado de amar a las
personas, de sonreírles y de disfrutar de la vida. Yo diría que su vida estaba
orientada al amor para con los demás y sale a colación que en verano se cultiva
con mayor ahínco. Es por tanto hoy un día especial de agosto y que celebro
recordar a Cristina, que no cesa en regalarnos vida y más vida.