Mañana se cumple
el sexto aniversario del fallecimiento humano de Cris, y seguro que de su
vislumbrar celestial. Son tantos los motivos que a ello invitan, que no hace
falta ser arcano, ni místico para ver tanta luz verdadera. El cariño que estoy
recibiendo de Alucem (Asociación Lucense de Esclerosis Múltiple), a la cual
mañana vamos a entregar el donativo anual, es tan grande y maravilloso en la
solemnidad previa, que no ceso en estar en una gozosa y fulgurante levitación.
En especial su amiga María, como Cris le llamaba “María de Pontedeume”, es todo
ternura, cariño hecho humano y bondad permanente. Son tantas las atenciones que
me lleva regalado, que mi cuerpo se vuelve goma. La visité este pasado Jueves
en su casa, me colmó de amor y me regaló el libro, medio escrito y todo inspirado
por ella: “As visitas de Escle a mamá”, que relata las heroicas vivencias de
una mamá, como ella, sufridora de esta terrible enfermedad, y los padecimientos
compartidos con su pequeño hijo, como su hijo Xoel, que no logra comprender que
le puede suceder a mamá con tanta y destructiva frecuencia. Es un libro
sencillo de leer, pero muy complejo de escudriñar y casi inextricable para
personas sanas y libres de deterioros como los provocado por esta malévola
enfermedad.
María era para
Cris una persona muy especial, la recuerdo comentado lo impresionante de su
bondad. Cris no lograba vaciar su boca de epítetos tan extraordinarios, que uno
no alcanza a encontrarlos sin gran dificultad, pero si a amar a María con
extraordinaria facilidad. Lo afirmo con rotundidad y objetividad, porque yo también
lo comprobaba de aquella y ahora, siendo primer protagonista y menesteroso en
tanta virtud, lo vivo firmemente.
María: Cris y yo
no solo te queremos, te adoramos, te recordamos,.., Cris y yo nunca te
olvidamos.