Alrededor de un recuerdo se viven momentos que, con el paso del tiempo, se
diluyen en las redes neuronales de nuestro cerebro. Uno se tiene que apoyar en
sus sentimientos, para buscar fórmulas que nuestra vulnerable mente no consigue
atajar.
El sentimiento que alberga mi mente me permite navegar con vigor hacia la
elevación del espíritu, imagen y corazón de Cristina. Construyendo y edificando
momentos cargados de su recuerdo, me permite que esas inevitables caídas
neuronales nos abandonen en el descalabrante olvido.
Disponer del recuerdo permanente de Cristina nos permite disponer de un asidero de Felicidad. Recordar a Cristina no nos debe mantener solamente en lágrima triste, por no tenerla físicamente, en tanta proporción, nos la encontramos, en el amor a su sonrisa llena de felicidad.