Este Domingo me recuerdo de un poema de Quevedo que me impactará mucho
cuando lo leyera, creo sinceramente es un canto al amor persistente y verdadero.
Cerrar podrá mis ojos
la postrera
sombra que me
llevare el blanco día;
y podrá
desatar esta alma mía
hora a su
afán ansioso lisonjera;
mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la
memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi
llama la agua fría,
y perder el
respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que
humor a tanto fuego han dado,
medulas, que
han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza,
mas tendrán sentido;
polvo serán,
mas polvo enamorado.