Encuentro en tantas y tantas ocasiones que el amor de Cris me ayuda a ser
mejor persona, que gran escuela de amor. Casi han pasado siete años desde su
marcha física junto a nosotros y soy consciente de que puede resultar cansino
seguir escribiendo en este cuaderno de bitácoras. En esa tesitura me muevo,
entre, como me temía y así lo reflejaba, me daba (y da) pena pensar que el paso
del tiempo normalice la falta de Cris, y entre que es normal que esa inmensa
sensación se merme y no sea tan intensa.
Me siento con esa sensación un tanto desagradable, llegándome con la misma
naturalidad una cosa y la otra. El camino de los humanos es complejo y
dificultoso, Cris es mi escuela de amor, de la cual no paro de aprender.
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